dilluns, 2 de febrer del 2009

¿Hay sobresaturación de música?

De inicio esto iba a ser una breve enumeración de lo que ha dado de sí el 2008 en cuanto a música se refiere, sin embargo hay ya multitud de revistas y diarios que han hecho sus listas de lo mejor del año, así que me lo ahorro. Al fin y al cabo, la mía es sólo una opinión más y lo de la crítica musical no es ninguna ciencia ni mucho menos. La labor de los críticos, en cuanto a música se refiere es básicamente hacer una criba entre los discos más mediocres y los más destacables intentando que las discográficas no nos la metan doblada. Más que emitir juicios de valor, la función del crítico ahora mismo es la de describir y valorar la creatividad y el acabado de esos discos y lo cierto es que de todos los que pasan por mis manos, la mayoría son medianamente buenos o medianamente malos, y solamente de vez en cuando hay una perla. La cuestión sin embargo, es que la saturación de discos es tal, que hacer una valoración objetiva de todos los trabajos editados en el 2008 es del todo imposible. Nadie es capaz de escucharse todo lo que se edita en un año, nadie.


[Crítico haciendo criba de cds]

Se edita mucha música, más que nunca, y algunos críticos se ven desbordados. Diego Manrique, que escribe en Rolling Stone y otras revistas lo decía el pasado 7 de enero en su blog de El País: “Pido una tregua para 2009. Este es un llamamiento a los músicos y a sus discográficas: por favor, no editen nueva música en este 2009. Hagamos un parón, recapitulemos. Esta petición viene del agobio que siento en los últimos años de no dar abasto con la nueva música. Ni con la que me mandan por cuestiones de trabajo, ni con la que me bajo, ni con la que me compro, ni con la que directamente pasa por debajo de mi radar.” Desde indiespot, un conocido blog que sigue la actualidad de la música independiente, secundaban la propuesta de Manrique con un post titulado “¡Menos discos, por favor!”. “Esta sobredosis musical hace que tengas que archivar discos sin haberlos escuchado lo suficiente (… ) falta tiempo y, sobre todo, sobra mucha música del montón que no aporta nada”. La cuestión sin embargo, no es tanto que los críticos musicales estemos o no estemos sobresaturados (al fin y al cabo nos pagan por ello), la cuestión quizás, es si la sociedad en general está sobresaturada de música y de si no hemos convertido a la música en un producto de consumo rápido que se usa y se tira. Semana tras semana aparecen nuevos grupos y nuevos discos que una vez pasado su pequeño momento de gloria (un par de semanas o meses) pasarán al olvido, caducarán, y serán reemplazados por una nueva hornada de grupos y discos. Por no hablar del auténtico fenómeno de la temporada, la música escuchada con móviles en lugares públicos. Supongo que también lo han sufrido, en el metro, el autobús o el tren, cada vez es más común ver gente que ha olvidado que se inventaron los auriculares y se dedica a dar el coñazo con el ruido que sale de su teléfono. Porque es eso en lo que se está convirtiendo la música, en un ruido de fondo constante.

El escritor valenciano Joan Fuster ya hacía una reflexión al respecto en su libro “Sagitari” hace más de veinte años. “¿No se producirá, cualquier día, una reacción a favor del silencio? Veo que vamos por el camino de una saturación alarmante. Nunca, la gente -las multitudes- habían tenido acceso a la música sino de tarde en tarde, y con motivos de fiesta religiosa o profana (…) Con los transistores y otros trucos más o menos electrónicos, la música ha devenido alimento sistemático de la oreja humana. En los bancos, en las tiendas, en los cementerios civilizados, en los bares, en los trenes, en todas partes, la música os acompaña. Por la calle, veis individuos que caminan con los auriculares puestos, y los conductores de coches encienden, con el vehículo, su radio-cassette. Y ni que hablar de los locales especializados: las discotecas, por ejemplo. Ahora no importa qué música sea: Bach, o los Rolling, Mantovani o Peret, una copla o un corrido de Plácido Domingo. Cada uno, probablemente, se ajusta sus preferencias, que nuestro señor nos haga a todos santos. El caso es que, queramos o no, navegamos permanentemente en medio de un discurso sonoro cualquiera. Como es muy fácil hacerlo, podríamos atribuir la culpa a las multinacionales del ramo. Y no nos equivocaríamos… ¿Un retorno al silencio? Será difícil. En las áreas urbanas, el silencio no existe. Y además, ¿para qué el silencio? Hemos abandonado los usos de la conversación gratuita, y tenemos miedo de la soledad. Todo va ligado. El problema es que oímos música y no la escuchamos.” Fuster escribió esto en 1985 y ahora la situación aún es peor. Y alto, que yo no estoy diciendo ni mucho menos que desaparezca la música, soy un melómano empedernido y no podría vivir sin ella. Lo que vengo a decir es que se debería reflexionar más el uso (y no el consumo) que hacemos de esta.

Mi consejo para este 2009 es que escojan muy bien que es lo que quieren oír, perdón, escuchar; que no se preocupen por estar a la última de todo y que saboreen tranquilamente los discos de épocas pasadas, aquellos que años después de su publicación siguen sorprendiendo y entusiasmando. Esos son los buenos.

Diari de Tarragona, Encuentros 31 de enero de 2009

2 comentaris:

aubia una vez... ha dit...

nops... lo que falta és temps ;)

Anònim ha dit...

Ostres, gràcies per la referència :) això ho has escrit tu pel Diari de Tarragona? Molt bo el text.

La clau és prendre-s'ho amb calma, sí, però a vegades és tan difícil... :P

Salut!
Aleix