dimarts, 22 d’abril del 2008

Shugo y Tujiko, folk y indietrónica nipona

Sale al escenario sin hacer mucho ruido. Discreta, con esa encantadora timidez japonesa. Ella y su portátil, nadie más. Empieza a sonar un loop, ruiditos como de juguete, atmósferas sonoras que de repente se ven cortadas por glitches, ritmos pesados, rotundos, y por encima su dulce voz. Eso es lo que ofrece la japonesa Tujiko Noriko, que el miércoles pasado estuvo tocando en la sala [2] de Barcelona, dentro del festival Les Femmes s'en melent. Definir su música no es fácil, simplificando podríamos decir que es electrónica tranquila, en ocasiones casi zen, más cerca del pop que no de la pista de baile, más para escuchar tranquilamente en casa un domingo por la tarde. Como si de una prima nipona de Björk se tratase, Nuriko construye sus canciones con capas y capas de sonidos etéreos a veces y más densos otras. No es una música que entre fácil, aquí no hay estribillos, no son canciones pop en el sentido clásico. Sin embargo poco a poco va calando y con cada escucha se aprecian nuevos matices, nuevos detalles del complicado mosaico sonoro que construye la joven de Osaka.

Nuriko, que consiguió su primer sintetizador a los veinte años, empezó a cantar a muy temprana edad. Su primera actuación en Kyoto fue desastrosa, ya que llevaba una borrachera tal que terminó medio inconsciente, de manera que decidió olvidarse de la música y se puso a trabajar en un restaurante especializado en carne de tortuga. Sin embargo pronto retomó la composición colaborando con Aoki Takamasa, también japonés y de su misma edad, con el que editó el álbum 28 (Fat Cat Records, 2005). Antes ya había editado varios discos en solitario en el sello vienés especializado en música electrónica Mego –conocido por su sonido experimental y ruidista-, Shojo Tosi en el 2000 y I Forgot the Title y Hard Ni Sasete en 2002. Su siguiente disco, From Tokio to Naiagara (Tomblab, 2003), fue quizás el que le dio más notoriedad y los programadores del Sónar, atentos siempre a las nuevas tendencias, la incluyeron en el cartel de ese año, donde también estaba (en negrita y mucho más grande) la islandesa Björk, la estrella de esa edición.

Luego vinieron más álbumes en colaboración, el ya citado 28, Blurred In My Mirror (hecho a medias con Lawrence English) y Stéréotypie, que grabó con Peter Rehberg, uno de los capos del sello Mego y autor de varios trabajos de electrónica experimental firmados bajo el nombre de Pita. Su último disco en solitario salió el año pasado y se titulaba precisamente así, Solo. Su nuevo trabajo, Trust, de momento solo se va a editar en Japón y está compuesto de canciones nuevas y remixes de su anterior trabajo.


Folk de juguete
Shugo Tokumaro se mueve en unas coordenadas parecidas a las de la joven nipona: les une su amor por los sonidos de juguete, pero mientras ella tira por la electrónica, él se decanta por los instrumentos orgánicos, aunque tampoco le hace ascos al ordenador. La música de Tokumaro tampoco es pop al uso, a veces suena luminoso y ratos se pone más experimental, logrando facturar canciones originales, preciosas composiciones llenas de detalles, y es que Shugo no sólo canta, sino que toca todos los instrumentos: guitarras, percusiones, ukeleles, xilófonos, campanillas y cualquier juguete que haga ruido así como instrumentos típicamente japoneses. Con un espíritu del todo lo-fi y do-it-yourself, las canciones de este joven mezclan el folk con la electrónica más descacharrada, músicas de dibujos animados y psicodelia suave.

Tokumaru publicó su primer disco a los 24 años (Night Piece, 2004) en el sello con base en Nueva York Music Related. El disco tuvo éxito rápidamente, y en la publicación digital Pitchfork Media (adalides de lo que mola y lo que no) se enamoraron de él, puntuando su debut con un 8,6. Al año siguiente publicó su segundo álbum, L.S.T (Lil’ Chief Records, 2005), que también cosechó buenas criticas. Su último trabajo, Exit, se publicó a finales del año pasado, esta vez por una discográfica bastante más importante (P-Vine Records), no obstante el japonés sigue fiel a sus principios y entrega diez nuevos cortes de una factura exquisita. A destacar “La La radio” (suena a Sufjan Stevens cuando se trae la orquesta) y “Parachute”, donde las guitarras y las campanillas se aceleran de una manera vertiginosa.

Diari de Tarragona, Encuentros 26 de abril de 2008


Anexo: la Noriko me da un poco igual pero cada vez me gusta más el Tokumaru, su último disco es genial. Lo podéis conseguir aquí.

1 comentari:

Oscar V ha dit...

espero poder trobar aviat una llista de cançons amb noms de dona...ja que trobar dones amb noms de cançó és fa una mica més difícil...
encantat i gràcies per la visita!

òscar

PS: i felicitats pel lloc...sumament deliciós!!!